Quote by Barbara Grizzuti Harrison

True revolutionaries are like God -- they create the world in their own image. Our awesome responsibility to ourselves, to our children, and to the future is to create ourselves in the image of goodness, because the future depends on the nobility of our imaginings.


True revolutionaries are like God -- they create the world i

Summary

This quote emphasizes the idea that true revolutionaries have the power to shape the world according to their own vision, much like how a deity creates. It highlights the important responsibility we have towards ourselves, our children, and the future to cultivate goodness within us. By nurturing virtuous ideals and noble aspirations, we can impact the world positively and ensure a brighter future for generations to come. It underscores the significance of our imaginings and urges us to consciously strive for a virtuous image of ourselves that can positively influence society.

By Barbara Grizzuti Harrison
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Para el obispo, la vista de la guillotina fue un golpe terrible del cual tardó mucho tiempo en reponerse. En efecto: el patíbulo, cuando está ante nuestros ojos levantado, derecho, tiene algo que alucina. Se puede sentir cierta indiferencia hacia la pena de muerte, no pronunciarse ni en pro ni en contra, no decir ni sí ni que no mientras no se ha visto una guillotina; pero si se llega a ver una, la sacudida es violenta; es menester decidirse y tomar partido en pro o en contra de ella. Los unos admiran, como De Maistre; los otros execran, como Beccaria. La guillotina es la concreción de la ley: se llama 'vindicta'; no es indiferente ni os permite que lo seáis tampoco. Quien llega a verla se estremece con el más misterioso de los estremecimientos. Todas las cuestiones sociales alzan sus interrogantes en torno de aquella cuchilla. El cadalso es una visión: no es un tablado ni una máquina, ni un mecanismo frío de madera, de hierro y de cuerdas. Parece que es una especie de ser que tiene no sé qué sombría iniciativa. Se diría que aquellos andamios ven, que aquella madera, aquel hierro y aquellas cuerdas tienen voluntad. En la horrible meditación en que aquella vista sume al alma, el patíbulo aparece terrible y como teniendo conciencia de lo que hace. El patíbulo es el cómplice del verdugo; devora, come carne, bebe sangre. Es una especie de monstruo fabricado por el juez y por el carpintero; un espectro que parece vivir una especie de vida espantosa, hecha con todas las muertes que ha dado.

Victor Hugo